miércoles, 26 de noviembre de 2014

CUENTO CORTO

TOMAS URTUSASTEGUI.
                                       "LA RISA"
Confieso que siempre me ha gustado la risa, los chistes, el buen humor. No
entiendo porqué la gente siempre anda con el ceño arrugado, la boca con una
mueca de disgusto, la actitud del cuerpo en defensa o en ataque, con lo bonito
que es reír. Claro, reír por algún motivo, de otro modo van a pensar o que
estoy loco o que soy un idiota. Me rio en mi trabajo, con mi familia, viendo
una película o un programa de televisión. Bueno, aquí me rio menos pues
pocos hay con verdadero humor. Confieso que me rio cuando veo que alguien
se cae en la calle o los moja un auto que pasa volando frente un gran charco de
agua. Ahí no debería reírme pues no debo desear el mal a nadie, pero no me
puedo controlar. Los chistes me encantan, lástima que se me olviden tan
pronto. Hoy escuché uno y se los voy a contar porque mañana ya no estará en
mi cabeza. Un paciente que tiene muy mal aspecto está frente al médico. Este
lo revisa cuidadosamente, le toma la presión, le toma el pulso, le percute los
pulmones, da golpes en las rodillas para ver reflejos. Vuelve a apretar el
vientre. Mueve negativamente la cabeza. Mire señor, creo que va a tener que
hacerse una placa. Es urgente. El paciente preocupado pregunta que si placa
de tórax, de vientre, de cráneo. Ninguna de esas, dice el médico, tiene que
hacerse, repito de urgencia, una placa de mármol. ¿A poco no está vaciado el
cuento? Sí, ya sé que es humor negro pero humor al fin y al cabo. Cuando me
lo contaron casi me zurro de risa. Y si me hubiera pasado eso tendría otro
motivo más para reír. Sí, soy muy simple. Así les dicen a los que se ríen por
cualquier cosa. Pues sí, soy simple. Los complicados esos no se ríen ni siquiera cuando se les muere la suegra. Mi mujer se la pasa pidiéndome que
no me ría tanto, que todo el mundo me mira cuando suelto las carcajadas. Pero
no puedo evitarlo. Varias veces he pensado el por qué me rio tanto, por qué
me divierto tanto. En mi familia nadie se ríe o se ríen muy poco. De niño, me
cuenta mi mamá, yo no me reía tanto. Me empecé a reír ya en la adolescencia
y a partir de esa época no paro de hacerlo. Algunas veces me digo que a la
mejor es porque soy así, igual que otros son rezongones, malhumorados.
Como diría, creo que Pedro Infante, así nací y no me parezco a nadie. Pero la
explicación no me satisfizo. Bueno, el colmo, tanto me preocupó el que yo
sólo fuera el que me estuviera carcajeando en las reuniones y en todas partes
que hasta fui con un psiquiatra o psicólogo, no me acuerdo. Lo que me
acuerdo es que me dijo que no tenía yo nada. Me reí y me fui. Hoy me cayó el
veinte. Hoy por fin supe por qué actúo así y la razón, que es bien simple, es la
siguiente: Me rio porque soy enano. Eso todo el mundo lo sabe, por eso dicen:
me rio como enano, me divertí como enano. Y sí, yo me rio como enano.

FEBRERO 2006

PUBLICADO:RUIZ JIMENEZ JUAN DANIEL

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